El giro político de Chumpitaz y Razzini. La creación del bloque Futuro y Libertad por parte de los diputados nacionales rosarinos marca un quiebre interno en el PRO santafesino. La ruptura, gestada tras las elecciones provinciales y formalizada con una carta al Congreso, refleja el avance de las ideas libertarias en sectores de la coalición opositora. Entre tensiones con la conducción de Mauricio Macri y guiños a Javier Milei, los legisladores reconfiguran el mapa político de Santa Fe y del Congreso Nacional.
La política líquida y el ocaso del PRO
La decisión de los diputados nacionales por Santa Fe, Gabriel Chumpitaz y Verónica Razzini, de romper con el bloque del PRO en la Cámara baja y formar un nuevo espacio —bajo el sugestivo nombre de Futuro y Libertad— es, a primera vista, una apuesta por la “coherencia ideológica”. Pero en un análisis más profundo, se revela como un nuevo síntoma de la disolución progresiva de los partidos tradicionales en favor de liderazgos personalistas, pragmatismos electorales y alineamientos coyunturales.
El PRO, partido que alguna vez representó una novedosa síntesis de gestión, marketing y conservadurismo político en la Argentina, parece hoy atravesado por una crisis de identidad sin retorno. Entre quienes buscan preservar cierta autonomía (como Mauricio Macri o Cristian Ritondo) y quienes ven en Javier Milei la conducción efectiva del nuevo orden liberal (como Patricia Bullrich o los ahora escindidos diputados rosarinos), el partido se fragmenta al compás de una política cada vez más líquida, en la que las estructuras orgánicas pierden peso frente a las afinidades ideológicas inmediatas.
La ruptura fue formalizada el 16 de abril de 2025, mediante una carta dirigida al presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem, en la que ambos legisladores santafesinos solicitaron la conformación del nuevo bloque parlamentario. Con este movimiento, el PRO pierde dos de las 37 bancas que poseía hasta ahora en Diputados, en un momento de fragilidad interna y presión externa por parte del oficialismo nacional.
Aunque la explicación oficial hace referencia a la necesidad de representar con mayor “coherencia” los valores de orden, seguridad y libertad, lo cierto es que las tensiones con la conducción nacional del PRO, encabezada por Mauricio Macri, venían acumulándose desde tiempo atrás, y la confección de las últimas listas legislativas terminó por precipitar la ruptura.
Realineamientos en el Congreso y tensiones en Santa Fe
Este movimiento parlamentario ocurre en un contexto clave: apenas unos días después de las elecciones del domingo pasado en Santa Fe, donde el gobernador Maximiliano Pullaro se impuso por más de 20 puntos de diferencia. El dato no es menor: Pullaro lidera un gobierno respaldado por una coalición en la que el PRO tiene un rol institucional relevante, al punto que la vicegobernadora, Gisela Scaglia, es referente directa de ese espacio.
A pesar de este vínculo estructural, los dos legisladores rosarinos tomaron distancia del PRO, marcando diferencias tanto con la conducción de Macri como con los equilibrios internos del oficialismo santafesino. Gabriel Chumpitaz, de hecho, fue uno de los pioneros en tender puentes con Pullaro desde el PRO, en tiempos en que no todos apostaban por su liderazgo. Su respaldo al gobernador electo se mantuvo firme incluso en el Congreso. Sin embargo, su discurso y posicionamiento fueron girando con claridad hacia las filas libertarias.
Empresario de origen, con pasado en el rugby —jugó en Gimnasia y Esgrima de Rosario y en el Parma de Italia—, Chumpitaz incursionó en política tras encabezar una empresa de seguridad privada y vincularse como asesor en materia de seguridad dentro del PRO. Su perfil “duro”, forjado en frases como “una justicia que sanciona al policía y beneficia al delincuente”, fue funcional a la estrategia electoral del macrismo en Rosario desde 2015. Aquel año debutó en política encabezando directamente la lista de concejales municipales, cargo que obtuvo sin escalas.
En los últimos tiempos, su relación con Javier Milei se volvió cada vez más estrecha. Votó a favor del veto al financiamiento universitario impulsado por el presidente, y no descarta una alianza abierta entre su nuevo bloque y La Libertad Avanza, a pesar de que en 2023 calificaba como “descabelladas” algunas de sus ideas y auguraba que el espacio se diluiría. Hoy es uno de sus impulsores más activos desde Santa Fe.
Verónica Razzini, por su parte, representa una historia singular: empresaria rosarina que ingresó a la política luego de que su empresa familiar fuera bloqueada y baleada con tres disparos, su salto al Congreso estuvo vinculado directamente al armado de Pullaro. En 2023, fue candidata en la lista de Juan Cruz Cándido, actual secretario general de la Gobernación, y luego integró la nómina encabezada por José “Negro” Núñez, otro dirigente que, sin abandonar formalmente el PRO, ha manifestado un fuerte respaldo a los libertarios.
Núñez apoyó activamente la candidatura de Juan Pedro Aleart, constitucional reformador y concejal por Rosario de La Libertad Avanza, a quien incluso felicitó públicamente por redes tras las elecciones, señalando: “Rosario votó con la esperanza de un futuro mejor (…) Vamos con todo a transformar la realidad”.
Estos movimientos reflejan una progresiva reconfiguración de alianzas en el mapa santafesino, donde los límites entre las coaliciones tradicionales comienzan a difuminarse. En el Congreso, Chumpitaz y Razzini podrían convertirse en aliados tácticos de Milei, reforzando el bloque oficialista en una cámara donde cada voto cuenta.
¿Coherencia o pragmatismo? El riesgo del oportunismo ideológico
En su comunicado oficial, Futuro y Libertad sostiene que la decisión responde a la necesidad de defender los mismos principios que vienen sosteniendo desde hace años: orden, seguridad, libertad y responsabilidad en el manejo del Estado. Y que para representarlos con coherencia, “hacía falta tomar una decisión firme que defienda a los contribuyentes santafesinos”.
El mensaje apunta a transmitir una imagen de integridad política. Sin embargo, el contexto, las tensiones acumuladas y las alianzas implícitas permiten leer esta decisión también desde una lógica de oportunidad y reposicionamiento. En un Congreso dividido, donde cada voto puede definir leyes clave, la creación de un nuevo bloque implica mayor visibilidad, más poder de negociación y más autonomía discursiva.
¿Estamos ante una reafirmación de convicciones ideológicas o frente a una nueva muestra de pragmatismo electoralista? ¿Es coherencia o es cálculo? ¿Rebeldía o reacomodamiento? Estas preguntas no tienen una sola respuesta, pero reflejan con crudeza el espíritu de una época en la que la identidad política parece más moldeable que nunca.
Un dato más. Chumpitaz este año finaliza su cargo como diputado nacional, si tiene intención de renovar su banca, este movimiento puede llegar a ser clave para integrar una lista en octubre de La Libertad Avanza.
Conclusión
El nacimiento del bloque Futuro y Libertad simboliza más que una fractura dentro del PRO: es un nuevo capítulo en la transformación del sistema político argentino. Un escenario donde los partidos se vacían, las alianzas se reconfiguran, y los liderazgos personales —como el de Milei— funcionan como polos de atracción para dirigentes de origen diverso.
Santa Fe, en ese marco, se convierte en un laboratorio de estos reordenamientos. Lo que ocurra con Chumpitaz y Razzini no será un hecho aislado, sino posiblemente una señal anticipatoria de lo que pueda suceder con otros referentes de Juntos por el Cambio, especialmente en provincias donde los oficialismos son amplios y heterogéneos.
La política argentina avanza así hacia una etapa de bloques móviles, identidades frágiles y liderazgos oscilantes. En ese contexto, los ciudadanos quedan expuestos a un escenario inestable, donde lo que se vota en las urnas puede cambiar de forma pocas semanas después. La pregunta de fondo sigue siendo: ¿quién representa a quién en esta nueva política argentina?
