El reciente descubrimiento de cinco esqueletos humanos a orillas de la laguna de Melincué ha despertado un gran interés en la comunidad científica y refuerza la hipótesis de que la región fue utilizada como un sitio de entierro sagrado por pueblos originarios. Según los primeros análisis, los restos tendrían más de 2.000 años de antigüedad y estarían vinculados a rituales funerarios ancestrales.
Un hallazgo fortuito con implicancias históricas
El hallazgo se produjo cuando una pareja de turistas que recorría la orilla del nuevo balneario encontró restos óseos humanos parcialmente expuestos en el suelo. Inmediatamente, dieron aviso a las autoridades locales, lo que permitió activar un protocolo de investigación arqueológica.
Especialistas del Museo Gallardo y la Universidad Nacional de Rosario (UNR) intervinieron en el sitio y confirmaron que los esqueletos no pertenecían a un cementerio moderno, sino a contextos arqueológicos antiguos. Los restos no estaban dispuestos en forma anatómica, sino agrupados en lo que los expertos denominan “paquetes funerarios”, una práctica ritual común en ciertas culturas indígenas.
La laguna de Melincué: un espacio sagrado
“La principal hipótesis es que estos restos corresponden a entierros secundarios. Es decir, las personas fallecían en otro lugar, sus comunidades esperaban el proceso de esqueletización y luego trasladaban los huesos a un sitio de descanso definitivo”, explicó el arqueólogo Germán Giordano, a cargo del proyecto.
En este contexto, la laguna de Melincué habría funcionado como un espacio sagrado donde se realizaban estos rituales funerarios. Según los investigadores, la presencia humana en la zona se remonta al menos a 7.000 años. Estudios previos con datación por radiocarbono ya habían identificado asentamientos en tres períodos clave: uno hace 7.000 años, otro de aproximadamente 2.000 años y un tercero más reciente, cuya antigüedad aún está siendo analizada en la Universidad de Oxford.
Vestigios de una cultura ancestral
Además de los esqueletos, los arqueólogos hallaron fragmentos de cerámica, herramientas de piedra y restos óseos de animales, lo que sugiere que estos entierros formaban parte de un ritual más complejo.
“No se trata solo de restos humanos, sino de un contexto cultural que nos permite comprender cómo vivían y morían estas comunidades. Los objetos asociados a los entierros indican que estos pueblos realizaban ceremonias y depositaban ofrendas junto a sus muertos, lo que refuerza la idea de que la laguna tenía un significado especial para ellos”, detalló Giordano.
Desafíos para la conservación del sitio
A pesar del valor arqueológico del hallazgo, los especialistas advierten que la preservación de estos restos enfrenta serios desafíos. La creciente expansión del turismo en Melincué y la actividad de personas que utilizan detectores de metales ponen en riesgo la integridad del yacimiento.
“Algunas personas buscan objetos de metal sin darse cuenta de que están destruyendo vestigios de miles de años de historia. Es fundamental proteger este sitio, ya que lo que está en juego es el conocimiento de los pueblos que habitaron esta región mucho antes de la llegada de los europeos”, alertó el arqueólogo.
Ante esta situación, los investigadores han propuesto la creación de un centro de interpretación e investigación en la laguna, lo que permitiría estudiar los hallazgos sin necesidad de trasladarlos a laboratorios externos y, al mismo tiempo, fomentar un turismo científico y cultural en beneficio de la comunidad local.
“Con una inversión relativamente baja se podría potenciar la zona como un sitio de interés arqueológico y turístico. Esperamos que las autoridades comprendan la magnitud de lo que estamos descubriendo aquí”, concluyó Giordano.
